Los milagros que se le atribuyen a este santo son muchos y
fantásticos:
• La
sanación del leproso: San Francisco lavó la piel de un hombre con lepra.
También rezó para que el demonio que lo atormentaba se alejara y dejara libre
su alma. Entonces la piel del leproso comenzó a sanar, y su alma también.
Cuando el hombre se dio cuenta de que estaba sanando, se arrepintió de sus
pecados y comenzó a llorar. El hombre se curó completamente, en cuerpo y alma y
se reconcilió con Dios.
• La
transformación de los ladrones: tres ladrones robaron comida y bebida del
monasterio de san Francisco. Entonces san Francisco comenzó a rezar por ellos y
envió a uno de los monjes a disculparse por haberlos tratado mal. Los ladrones
se conmovieron tanto que se unieron a la orden franciscana y pasaron el resto
de sus vidas sirviendo a los demás.
• Milagros
con aves: San Francisco amó tanto a los animales que los veía como criaturas de
Dios, iguales a las personas. Se le vio predicando a las aves, que lo
escuchaban durante sus sermones. Las aves no se iban hasta que él les daba la
bendición.
• El
encuentro con el lobo feroz: en las cercanías de un pueblo donde vivía San
Francisco, apareció un lobo que estaba aterrorizando a las personas y matando a
los animales. San Francisco decidió ir a encontrar al lobo de frente y hablar
con él. Ante un grupo de personas,
el lobo se puso en posición de ataque, pero Francisco se puso a rezar y hacer
la señal de la cruz. Entonces se le acercó al lobo y le ordenó en nombre de
Jesucristo que no le hiciera daño a él ni a nadie.
El lobo se calmó y empezó a acercársele a San Francisco,
hasta que llegó a acostarse a sus pies. Así san Francisco le pidió al lobo que
no hiciera daño y le ofreció que la gente del pueblo lo alimentaría a cambio de
su compromiso de no atacar a los animales ni a las personas. El lobo
milagrosamente le dio la mano al santo para sellar el pacto.
Aunque las historias de este santo muchas veces parecen
cuentos para niños pues fueron escritos hace ya tantos siglos en las pequeñas
flores de san Francisco de Asís (publicado en 1390, por Ugolino di Monte Santa
Maria), sus milagros se siguen manifestando en el mundo de hoy a través de la
fe y con la ayuda de su hermosa Oración. Hoy en día se le reconoce como el
santo patrón de los animales junto con el ángel Ariel.
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