Después de la Santísima
Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, los Arcángeles son los reyes del
Universo. No existe otro poder tan grande como el de ellos, pues son los
representantes directos de Dios. Llamados en otras culturas, los constructores
del Orden Universal, los Arquitectos del Universo, Los Siete Iluminados, etc.,
Tienen diferentes misiones, y definidos son sus reinos.
La palabra Arcángel se
compone de un elemento prefijal que entra en la formación de palabras de origen
griego con el significado de jefe, ser superior; archimandria en su adaptación
romance también toma la forma arce, arci, archi, arc, arz, arcediano,
arcipreste, arcángel, arzobispo, o bien la forma arqui: arquitectura,
arquidiócesis. La palabra ángel, deriva también del griego "aggelo"
por lo que la conjunción del elemento prefijo y la palabra ángel resulta Arcángel,
el cual significa "príncipe", "principal", "ser
superior", o Príncipe de los Ángeles.
Los Siete Iluminados por
la luz de la Trinidad fueron quienes elaboraron los mundos a las órdenes de
Dios Padre. Son los Siete Misteriosos que todas las culturas mencionan con
diferentes nombres. Se los denomina en India Los Siete Hijos de Aditi,
también en otros sitios de oriente son los llamados Siete Espíritus en el
Sol. En el Cristianismo y el Islam son los Siete Grandes Arcángeles.
Si bien son entidades de
gran poder en espíritu, tienen a su cuidado el orden de los planetas y estos
constituyen su reino, pues los 7 grandes planetas están regidos por ellos. Los
planetas serian la forma exterior de su poder y algunos componen nuestro
sistema solar. Pero la naturaleza real es que son los Poderosos Hijos de Dios.
Antiguamente, se reconocía
que alrededor de los 7 Poderosos Hijos de Dios giraban las 12 Jerarquías
Creadoras o los 12 grandes genios, que son las 12 Constelaciones del Zodiaco,
de allí el basamento de la astrología mística.
El mundo fue evolucionando
y cambiando sus concepciones duales de cuerpo y espíritu para quedarse
solamente con lo que la ciencia moderna puede ofrecer y que es una concepción
materialista carente de espíritu, por eso hoy en día no puede compararse la
ciencia con la religión, ni enfrentarlas.
La ciencia no tiene espíritu, ese es el gran error de
nuestros días. Tratar de encontrarle una explicación puramente racional a
ciertos hechos espirituales es desnudar verdades para quedarse con un elemento
vacío, siendo que es el espíritu que inunda e infunde poder al objeto estudiado
o visto.
Por muchos años no se tomo
en cuenta la verdad de los Ángeles, la historia reciente en películas e
historias de ciencia ficción los evoco nuevamente y revivió su fe, pero también
agiganto ciertas fantasías y alimento la imaginación de las personas con datos
incorrectos y se trato de transferir ciertas dudas humanas a la dimensión
angelical, como por ejemplo decir que los ángeles no tienen sexo, o que son
todos femeninos o todos masculinos. En verdad, hay cuestiones que por simple
deducción podrían asimilarse muy simplemente cuando no se conoce directamente y
por experiencia propia una realidad.
Mirar el mundo desde el
punto de vista tan solo material o ver solamente el aspecto físico del fenómeno
que es el universo sin tomar en cuenta el espíritu que los anima a ver, es un
fracaso para el conocimiento del ser humano que egoístamente cree ser la única
entidad animada de alma para reconocer su alrededor, Si se tomara en cuenta que
el espíritu esta presente en todo, entonces el saber adquiriría un matiz mas
claro y el camino seria mas recto para llegar a los misterios mas profundos a
los que el humano siempre deseo llegar, pero si cuando llegue a ciertos
umbrales los despoja de su sentido espiritual y cree que por haber descubierto
algo antes inexplicable, ahora se convierte en algo mas de su dominio
exclusivo, entonces, sus pasos ya no le conducen adelante, sino que vuelve
hacia atrás una vez mas, pues esta dicho que el ego no triunfara sobre el
espíritu. Mientras el ego humano quiera montarse sobre el mundo como su
regidor, no habrá evolución posible ni tampoco la rueda girara a su favor.
Los santos no tienen ego,
pero no carecen de fuerza o personalidad. Su presencia se hace sentir en todo
momento, tanto en la tierra, como aun después de haber partido.
Los Arcángeles están cerca
y siempre lo han estado. Es hora de mirar el cielo, sea de día o de noche,
ellos están allí, entre las nubes o en las estrellas, sus espíritus brillan
reflejando la luz divina. Orar a Dios es una perfecta manera de conocer a los
ángeles.
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