Los mandalas son una herramienta para ayudarnos a
conectarnos a “todo”. Colorear mandalas nos ayuda a relajarnos, potencia la
concentración, la creatividad, favorece la recuperación de la movilidad tras
una intervención quirúrgica; nos da equilibrio y serenidad; ayuda en la
recuperación de estados depresivos.
Un mandala es un “descodificador” de información. Actúa a
nivel inconsciente sacando información al consciente que nos ayuda a resolver
nuestros conflictos internos, de una forma suave, sin traumas.
Vivimos en una sociedad en la que con frecuencia nos
sentimos solos y aislados y los mandalas van a ayudarnos a comprender en
nuestro interior, que formamos parte de todo y que ese todo forma parte de
nosotros mismos. Nos va a crear sentimiento de Unidad.
Sólo cuando nos sentimos capaces de afrontar nuestros miedos
y demonios hacemos los cambios necesarios para lograr la transformación. Crear
mandalas tiene el efecto de aportar calma y orden a nuestro estado mental.
El viaje mas significativo comienza cuando hacemos un
mandala. El círculo se convierte en contenedor de sus ideas y emociones,
expresando su significado al escoger los símbolos y colores.
Los mandalas se simbolizan a través del círculo. El círculo
en sí es la vida misma, desde el movimiento interno en su respiración, hasta
los movimientos de los planetas. Los mandalas ayudan a despejar el camino para
encontrarnos con nuestra propia realidad y para vivirla de una forma más plena
y consciente. Quien se entrega internamente al proceso pictórico del mandala es
fascinado por las múltiples posibilidades de conformación imaginativa que se
hacen visibles a través del acto de pintar.
Los mandalas expresan nuestras emociones, pensamientos,
estado de ánimo, la sabiduría de nuestra alma y ello con importantes
revelaciones para nuestro crecimiento según la forma que tenga.
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