Como paso previo a la meditación, es muy importante aprender
a relajarte. Observa cuán tenso puedes estar en algunos momentos del día. La
vida moderna con sus incesantes prisas, nos induce a contraernos en exceso, por
tal motivo, el relajarnos es casi tan necesario como comer. De esta manera
podemos soltar las tensiones que suelen convertirse en insidiosos venenos que
nos enferman o nos hacen sufrir.
Hay un ejercicio muy bueno que puedes hacer muchas veces al
día. Por un minuto suelta lo que estás haciendo, retírate a una habitación
tranquila y acuéstate en el piso o sobre una cama con los brazos y piernas
relajados. Imagínate que te sumerges en un océano de luz. No pienses en nada,
quédate sumergido en la luz. Cuando te levantes, te habrás recargado. Puedes
también pararte frente a una ventana y con los brazos abiertos respirar
profundamente, imaginándote que inhalas luz y exhalas todas tus tensiones. Lo
repites varias veces y luego, con el poder de tu imaginación, visualizas que la
luz circula a través de todas tus células y de todos tus órganos y al exhalar
la dejas salir para iluminar, alumbrar y ayudar al mundo entero.
Como preparación para la meditación puedes hacer el
siguiente ejercicio: te acuestas en el piso y tensas todo tu cuerpo. Como si
trataras de entrar en el piso, por un minuto, empujas tu cuerpo hacia abajo.
Entonces, empezando por los dedos de los pies, vas soltando, parte por parte,
todo tu cuerpo, hasta llegar a la cima de tu cabeza, mientras imaginas que una
luz blanca y resplandeciente te rodea y te penetra.
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