La meditación y la meditación en oración nos ayudan a
trasladar nuestra atención al momento presente y al control de nuestra mente y
de nuestro espíritu. Nos vuelve a traer a casa. Podemos soltar nuestras
preocupaciones y estar abiertos y conscientes de la presencia divina. No
conocemos otro medio más eficaz para conseguir la paz interior. Destinar un
rato cada día a esta actividad será el mejor de los remedios para todos los
males que acechan al hombre actual.
Los avatares de la vida cotidiana consumen un esfuerzo
enorme. Los conflictos interiores agotan nuestros recursos. Se pierde la paz.
Nos quedamos tan inmersos en la resolución de esta guerra interior que nos
queda poca energía para hacer en el mundo algo más que ir tirando. Y existen
momentos en los que incluso ir tirando es difícil.
El problema no es que falte energía, aunque nos sintamos
cansados y fatigados. Tenemos la energía. El problema es que ésta está
fragmentada. Necesitamos claramente encontrar una base firme para nuestro
bienestar interior. La Paz Personal es esa base.
De modo que declaramos una tregua interior. Nos permitimos momentáneamente
retirarnos de la batalla encarnizada. Nos tomamos un tiempo de sosiego. Somos
conscientes de nuestras batallas y de nuestro agotamiento.
Esta conciencia nos sitúa en una encrucijada decisiva. Uno
de los caminos conduce de nuevo a la batalla. El otro conduce al
distanciamiento, a la liberación y a la paz interior.
El camino de la reflexión y la meditación nos lleva a una
nueva perspectiva. Nos damos cuenta de que nuestros conflictos interiores no
son eternos. Pero no debemos mantenernos distanciados de nuestro deber de
obrar. La energía que alimentó antes nuestra encarnizada batalla interna puede
ser utilizada ahora para vivir creativamente. Con la práctica, nos volvemos
centrados y serenos. Nuestra energía emocional y espiritual se dispara entonces
hasta las nubes. Y estamos preparados, recargados, renovados para prestar
servicio a nuestro mundo.
La paz personal engendra energía. Nuestro incremento eficaz
de energía física y espiritual es consecuencia de nuestro descubrimiento de la
paz interior. Y su empleo más efectivo significa que tenemos menores
probabilidades de derrochar sus preciosos recursos en preocupaciones,
lamentaciones, culpabilidades e indecisiones. Éste es un paso de gigante hacia
la paz interior al nivel espiritual más elevado.
Cuando avanzamos por el camino de la paz interior ésta nos
ayuda a convertirnos en verdaderos pacificadores; pero no en el sentido
habitual de resolver las contiendas de otras personas o de otros pueblos. Por
el contrario, nos convertimos en pacificadores cuando producimos la serenidad
en nuestras almas. Entonces nos llenamos de un poder positivo, de un espíritu
que nos carga de energía. Y cuando esa energía se utiliza para el bien,
aumenta. Satisfará todas nuestras necesidades, y fluirá para ayudar a otros.
Creemos que la paz interior, que la paz personal es la
energía vibrante que puede curar al mundo, que puede producir la paz entre las
naciones. Creemos que la paz interior, la paz personal, puede traer al mundo
una armonía duradera.
En realidad, los actos sencillos son las cosas que cambian
nuestras vidas y nuestro mundo. La búsqueda consciente de la paz es uno de
ellos. Si nos tomamos en serio la búsqueda de la paz interior nos convertiremos
en libertadores.
Liberemos, renovemos.
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