lunes, 8 de octubre de 2012

La meditación




Qué es meditar...  cómo se puede aprender a meditar ¿para qué sirve aprender a meditar?


Lo que comúnmente se denomina como meditación es una experiencia supremamente subjetiva. Para un monje la meditación bien puede ser un estado sublime de oración a través del cual busca alcanzar un nivel de éxtasis místico. En el otro extremo tenemos a personas, para quienes la meditación equivale a sentarse frente a una vertiente a observar el agua bajando entre las piedras con el fin de proveer un descanso a la mente del agobio y las preocupaciones diarias.

Las técnicas del proceso son tan diversas como las experiencias que se obtienen. Hay personas que cierran los ojos y pierden toda consciencia de su realidad presente cuando entran en distintos niveles de meditación; otras se valen de elementos físicos para concentrar su atención, como el agua  o una vela, y permanecen todo el tiempo con los ojos abiertos.

No importa el método que se emplee o la intensidad de la experiencia, el objetivo de toda meditación es alterar las ondas cerebrales para entrar, a voluntad, en niveles de consciencia distintos a nuestro estado normal. Más aún, se ha comprobado científicamente que cuando la persona pasa de un estado de consciencia a otro (cuando las ondas cerebrales registran niveles de alfa, beta, delta, teta, gama, etc.) se producen también cambios fisiológicos en el cuerpo (las extremidades aumentan de calor, al dormir se producen movimientos rápidos con los ojos, disminuyen las palpitaciones del corazón, etc.). Esto quiere decir que controlando MENTALMENTE el proceso de la meditación estamos, a la vez, controlando nuestro cuerpo. Este dato es muy importante tener en cuenta porque nos ofrece una prueba más de que con la mente podemos controlar las funciones y estado del cuerpo.


El cerebro desempeña funciones específicas cuando se encuentra en cada uno de los distintos niveles de consciencia. Cada nivel de consciencia se distingue por el tipo de frecuencia de las ondas cerebrales que se emiten y las actividades que pueden llevarse a cabo en cada nivel. Por ejemplo, cuando la persona está dormida, las ondas cerebrales registran un nivel delta. Cuando estamos concentrados en algo, las ondas cerebrales registran un nivel beta. Si se miden las ondas cerebrales de un monje en profunda meditación descubrimos que está emitiendo ondas cerebrales al nivel de gama. De manera que, dependiendo del nivel de las ondas cerebrales en que se encuentra el cerebro, nos resulta posible desempeñar plenamente ciertas funciones como sería el sueño, la concentración o la profunda meditación.

Por lo general, al empezar una meditación, se comienza con un proceso de concentración mental, disciplina, perseverancia y sobre todo práctica. El cometido es, con nuestra intención, lograr generar las ondas cerebrales que nos llevan a los distintos niveles de consciencia en los cuales podemos desempeñar diferentes funciones. Pero, más allá de un esfuerzo consciente de concentración, ¿existen otras formas de controlar las ondas cerebrales? ¡Sí!

Uno de los medios más efectivos (y fáciles) es el sonido (música, tonos, vibraciones, sonidos de ambiente, etc.). A eso se debe el uso de cánticos, plegarias con sonidos repetidos (como las letanías del rosario), himnos, campanas, tambores, etc. de los cuales se han valido todas las religiones y ritos a través de la historia. El sonido puede hacer que sin ningún, o poco esfuerzo de nuestra parte, se alteren la ondas cerebrales llevándonos rápidamente a distintos niveles de consciencia.


La meditación es una experiencia que va madurando y evolucionando a medida que aprendemos a controlar conscientemente el proceso. Pero ¿por qué o para qué necesitamos esforzamos en aprender a meditar?

Son muchas las personas que viven toda su vida sin el menor interés en sentarse con las piernas cruzadas a meditar... ¡no por ello sus vidas dejan de ser altamente productivas y satisfactorias! Más aún, en las culturas occidentales la meditación no es algo que se propicia de manera alguna. Sin embargo puede proveernos beneficios realmente importantes en nuestra vida cotidiana. 

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