La intuición es una de las maneras más utilizadas por los
ángeles de la guarda para enviarnos sus señales. Por ejemplo, si en algún momento
vamos manejando y ‘sentimos’ que debemos tomar otra ruta a la usual, hagámoslo.
Varias veces he escuchado el testimonio de quienes han seguido el consejo de
esa voz interior que les habla y más adelante descubren que había un accidente
y el tráfico estaba paralizado.
Todos, sin excepción, tenemos ángeles de la guarda, no
importa si creemos en ellos o no. La diferencia aquí radica en que si creemos
en ellos les permitiremos a través de nuestro libre albedrío, de forma
consciente, ayudarnos. Si no creemos en ellos, obviamente no les daremos la luz
verde para que lo hagan y no podrán intervenir en nuestra vida, a excepción de
una emergencia, en las cuales los ángeles actúan sin nuestra autorización para
salvarnos de una situación de peligro.
¿Cómo nos pueden ayudar?
Los ángeles de la guarda nos pueden ayudar en absolutamente
todos los aspectos del diario vivir. Desde lo más superfluo hasta lo más
profundo. Ellos están dispuestos a brindarnos su ayuda hasta en aspectos como
con qué color conviene vestirse hoy para lucir mejor. Algunas personas piensan
que ‘es pecado’ pedir por esas trivialidades. Pero no es así. Los ángeles
entienden que cada uno de estos aspectos forma parte de lo que es ‘ser humano’,
así que ellos no juzgan si algo es superfluo o no. Su misión, nuevamente, es
ayudarnos en todo lo que necesitemos.
De esta forma, no nos cohibamos de pedir a nuestros ángeles
de la guarda que nos ayuden todo el tiempo. En realidad, ¡eso es lo que ellos
esperan que hagamos! ¿Cómo hacerlo? A continuación te sugerimos una manera de
llevar a cabo ese primer contacto:
Un ejercicio que se puede hacer es relajarse, respirar hondo
y despacio y pedir la presencia de nuestros ángeles guardianes. Dar las gracias
primero a Dios y luego a ellos por permitir ese contacto y pedir por protección
en ese momento (podemos visualizar una luz blanca que envuelve el lugar donde
nos encontramos). Luego, podemos iniciar con una pregunta sencilla como: ¿Qué
mensaje quieren entregarme hoy? o ¿Cuáles son sus nombres?” y esperar a que la
respuesta llegue. Aquí es importante recalcar que no es conveniente forzar la
respuesta, pues si esto se hace, al final no será un mensaje proveniente de
ellos el que llegue sino de nuestra mente que se ha interpuesto en el camino.
Así mismo, en el día a día, pidámosles a nuestros Ángeles
que nos ayuden en todo lo que hacemos. Por ejemplo: Ángeles, por favor ayúdenme
a encontrar un taxi pronto. Ángeles, háganme sentir si es bueno o no llamar a
esa persona, etc. Y confiar en lo que se perciba en el momento. Recuerda, la
primera impresión o sensación es la que cuenta. Luego, es la razón la que esta
actuando y puede confundirse.
El secreto está en no presionar las respuestas, sino
soltarse, dejar que lleguen. Si estos ejercicios se hacen con constancia, es
seguro que los mensajes llegarán.
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