Cuando pensamos en los ángeles la mayoría de las veces llega
a nuestra mente la imagen del ángel de la Guarda que, según lo que nos han enseñado
desde pequeños, ha estado a nuestro lado desde que nacimos y nos acompaña
durante toda la vida. Es nuestro amigo inseparable a quienes nuestras madres
siempre nos encomiendan para que nos proteja.
Pero, ese amigo ¿existe en realidad? O fue creado para que
no sintiéramos miedo o soledad. Los ángeles de la guarda existen, las personas tenemos en realidad más de
un ángel de la Guarda.
Estos seres de luz se encuentran dentro del grupo o
jerarquía que esta más cerca de los seres humanos. Recordemos que en total son
9 coros o jerarquías angelicales, de los cuales, la novena o la de los ángeles
es la que se encuentra más próxima a nosotros, siguiéndole la octava jerarquía,
que es la de los Arcángeles o ‘jefes’ de los ángeles.
Los ángeles de la guarda permanecen todo el tiempo con
nosotros, creamos en ellos o no. Su misión es ayudarnos. Esa es la tarea que
les ha sido asignada. Aunque suene extraño, cuando les permitimos por nuestro
libre albedrío participar en nuestra vida, ellos son quienes nos lo agradecen
pues de esa forma es como pueden efectivamente cumplir su misión.
Y, ¿cómo podemos hacerlo? Simplemente, pidiéndoles. Pidiendo
a Dios y a los ángeles de la guarda que nos ayuden, nos guíen, nos muestren
siempre el mejor camino, que nos protejan y, en general, que nos den lo que
necesitamos en nuestra vida. Y luego de pedirles, darles las gracias, sabiendo
conscientemente que hemos sido escuchados y que a partir de ese instante
comenzaremos a ver y/o sentir su presencia constante.
Mucha gente dice: “Yo he invitado a los ángeles a mi vida
pero no siento o veo ninguna señal. ¿Qué estoy haciendo mal?”. La respuesta es
nada. Esto no se hace bien o mal. Si se hace desde el corazón, siempre estará
bien hecho. El punto es que las señales que los ángeles nos envían
–especialmente al comienzo de nuestro contacto con ellos- son a veces muy
sutiles, así que es fundamental estar más atentos a lo que sucede alrededor
nuestro y, sobre todo, a lo que sentimos o pensamos, pues esto puede ser
efectivamente mensajes que estamos recibiendo.
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